La globalización del consumo

El modelo campesino basado en una producción diversificada para el autoabastecimiento sin perjudicar al entorno ha sido destruido. A principios del siglo XX se acentúa el desarrollo industrial pasando a depender cada vez más el medio rural de las ciudades y del capital. Las poblaciones humanas se concentran en grandes núcleos urbanos donde se pierde la relación con los recursos naturales. En los años 50, en el medio rural tiene lugar la llamada «Revolución Verde», concepto lanzado por el Banco Mundial como garantía de la seguridad alimentaría y el fin del hambre en todo el mundo. Se basa en la mecanización masiva y en la utilización de abonos artificiales y fitosanitarios en la industria agraria. Para adaptarse a estos cambios se necesitaba una gran inversión que los pequeños propietarios no podían asumir, por lo cual comenzó a cambiar la estructura de la propiedad, concentrándose en cada vez menos manos. Este fenómeno se ve acentuado por las políticas derivadas de la inclusión de los Estados en organismos financieros internacionales que cambian la normativa e incentivan a las grandes explotaciones de carácter industrial.

Los procesos de globalización económica están transformando la estructura socioeconómica del medio rural. La producción se desplaza a otros países con menos coste de producción y menos protección ante los crímenes ecológicos. Es una producción destinada más al mercado que a las personas.
En definitiva, se está imponiendo un modelo arrasador que provoca desaparición de culturas rurales más integradas en el medio natural, despoblamiento del campo, destrucción de ecosistemas, pérdida de diversidad agrícola y biológica, contaminación, y deterioro de la calidad y seguridad alimentaria. También nos están imponiendo otros hábitos de consumo en detrimento de la producción base tradicional de nuestra dieta.